Siempre me ha gustado controlar,
poder prescindir de los pequeños o grandes vicios del mundo, poder anidar en
una especie de precariedad espartana del puedo no tenerlo, puedo no disfrutarlo
porque puedo dominarlo porque de todas el mayor deseo es situarse en la
decisión. Poder controlar donde los demás caen, poder retarte a ti mismo, hasta
que punto llego sin que me cueste. No hablo de estilos de vida, de cosas
vitales para vivir una vida como mayores ilusiones o rutinas férreamente establecidas,
esas pueden ser sagradas, hablo de poder dominar otros aspectos, hambre, sueño,
gula, dolor físico, cansancio, calor, frio, etc, todo el exterior que pretende
influirte, supongo que hay que tener capacidad o supongo que viene en una
especie de sacrificio imperito de estar, mirar adelante, no inmutarse porque
esas son cosas pequeñas, el verdadero dolor esta dentro, esa es la batalla.
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